jueves, 4 de agosto de 2011
El camino del desastre
miércoles, 23 de febrero de 2011
La guerra
sábado, 31 de octubre de 2009
Halloween
Esta mañana tuve la desgracia de tener que ir al Jumbo a comprar víveres para mi maltratada despensa. Tomé la bici, me fui feliz, pensando que claro, qué chileno se levanta a las 10 de la mañana para ir al super… cual sería mi sorpresa al llegar al mencionado templo del capitalismo, cuando veo hordas de gente haciendo fila, entrando, comprando, llenando sus carros de porquería… Ante tan extraña situación, empiezo a meditar, ¿hay alguna celebración?
Como buen protestante, tengo muy claro que hoy es el día de
Caminando por los pasillos, pensando en esta interrogante, choco desprevenidamente con una góndola, en la que veo escrita con grandes letras la respuesta de mi interrogante: “HALLOWEEN” rodeado de calabacitas, monstruos y murciélagos, y una horda de pergenios y pergenias, acompañados de sus padres, hermanos, tutores, curadores, etc., comprando dulces.
Seguí mi paseo (leche, limones, pan, papas, würstchen, cerveza) hasta que finalmente y después de tanto sufrimiento capitalista, llegué a la caja Express (no suelo soportar más de 10 productos en un supermercado, además que la “maleta” de la bici no aguanta…). ¡¡¡Cuarenta pelotudos en la fila!!! (los conté, qué ocioso). Así que dediqué el extenso tiempo que me quedaba haciendo fila para que el Sr. Jumbo me robara voluntariamente (como siempre) a pensar ¿por qué Halloween causa esto?
Halloween es una desviación de la fiesta del Samhain celta, la fiesta de las cosechas, en la cual los paganos hacían bailecitos raros y celebraban la llegada del año nuevo, reverenciando a sus ancestros. Esto se mezcló con el Día de Todos los Santos, el 1º de noviembre de la tradición cristiana, lo que dio que a algún brillante pensador se le ocurriera que los muertos salen de sus tumbas en la noche del 31 (de dónde sacó la genial idea, nadie lo sabe…) Todo esto, mezclado con la genialidad mercantilista gringa, da un potpourrí que termina en niños gordos comiendo dulces, tocando los timbres de las casas para mendigar golosinas, bajo apercibimiento de tirar huevos o hacer travesuras nada agradables, mientras se disfrazan de monstruos (algunos niños no necesitan disfraz, les basta con la cara…)
Y llegamos a la pregunta primordial… ¿entonces por qué carajo se celebra esto? Primero, en Chile no hay ni medio celta partido por la mitad: los celtas y su religión desaparecieron hace 2.000 años. Segundo, la wicca y todos esos cultos no tienen nada que ver con nosotros, que somos de raigambre cristiana, y creemos en un solo Dios, que no suele disfrazarse de monstruo. Tercero, para nosotros no es el final de las cosechas, es como el inicio, puesto que es primavera y no otoño como en el Hemisferio Norte.
En cambio, hace 492 años, un Martín Lutero cambió la forma de ver la religión, dividió
Al final, nos gusta imitar a los gringos, nos gusta imitar su caos, nos gusta tener el desastre que ellos tienen, vivir en una sociedad donde la base para surgir y ser mejor es la envidia, el querer lo que tiene el otro, donde el gasto más allá de nuestras posibilidades es fundamental, donde el McDonalds y el Viejito Pascuero se convierten en baluartes del buen vivir. Me rehúso fervientemente a educar a mis hijos en un mundo de esa clase. Y como no puedo ir contra la corriente (al final soy sólo uno), parece que más vale no tener hijos.
miércoles, 14 de octubre de 2009
Las expectativas sociales
Muchos de mis amigos me han preguntado en el último tiempo qué hago soltero: “Pancho y la minita cuándo”, “¿Cuándo te vas a emparejar?”, “¿Cuándo vamos a conocer a la afortunada (aonyi)?”, y otras frases del género.
En realidad, para ser sincero, no estoy, en este momento, entusiasmado con la idea. A decir verdad, la idea no me agrada para nada, por una simple razón: Tengo un extraño complejo que me hace despreciar las expectativas sociales que los demás tienen sobre mí.
Durante muchos años, cumplí a cabalidad todas las expectativas que se ponían sobre mi persona: El chiquillo ordenado, medio mateo, de notas relativamente buenas, católico, salido de Cuarto Medio de un colegio tradicional, estudiando una carrera tradicional, Derecho, y así suma y sigue. Faltaba para cumplir el salir inmaculado y rápidamente de la carrera, ejercer de forma exitosa en algún escritorio fomeque de la capital, casarme con alguna chiquilla ad-hoc en la flor de la edad y empezar a tener chiquillos.
Sin embargo, en algún momento algo hizo clic en mi cabeza desordenada. Creo que caí en la cuenta de que el mundo no es cumplir las metas que los demás te ponen, sino cumplir las expectativas que tú mismo te fijas. Y, lamentablemente, en muchas ocasiones dichas aspiraciones no se condicen, ni siquiera en lo más mínimo, con lo que los demás quieren de nosotros.
Creo que corresponde a cada uno de nosotros perseguir nuestros sueños, aunque sea mediante el voto de rechazo de los que nos rodean: Hay que dejar salir las aspiraciones más profundas que duermen dentro de nuestro inconsciente, y dejarlas salir sin tapujos, con fuerza, queriendo con todo el corazón que nuestros sueños se cumplan, y sin dejar que el resto del mundo, muchas veces enfrascado en un afán imbécil por meterse en la vida de los demás, ponga freno a nuestras aspiraciones o nos dé cátedra de cómo se es feliz.
No obstante lo anterior, veo mucha gente a mi alrededor que toma por camino el renunciar a los sueños propios para llenar las expectativas de los demás, especialmente de los padres y las parejas, que muchas veces no comprenden el afán de sus hijos y sus consortes por lograr cosas que, para ellos, no tienen importancia. La mente de cada persona es un mundo, y está llena de aspiraciones que, objetivamente válidas o no, luchan por salir, forman una parte indisoluble de ese objetivo que todos buscamos en la vida, que es la felicidad. A esa gente, muchos de ellos amigos míos, les digo de forma categórica: Busquen sus sueños y sus deseos, de acuerdo a lo que su mente les dicta, sin dejarse engatusar por la influencia, muchas veces interesada o malintencionada, del mundo que los rodea, sin dejarse dominar por ese errado concepto que el mundo tiene de la felicidad.
Con todo lo que digo no quiero sonar individualista ni amoral: Nuestros deseos no deben perjudicar ni poner freno a los deseos de los que nos rodean, puesto que la vida humana, de un contenido eminentemente social, debe ser vivida, gozada y disfrutada con respeto a nuestros semejantes, que también quieren vivirla de forma decente y deben respetar, recíprocamente, nuestras aspiraciones. Ello también se extiende a la moralidad de nuestros deseos, en un sentido libertario; los deseos inmorales son, precisamente, aquellos que afectan o coartan a nuestro prójimo, o a la sociedad en su conjunto. El responder a dichos deseos no es sino hacer caso a una ilusión de libertad, por cuanto ésta solamente existe cuando se ejerce, en su amplio margen, en armonía con el mundo que nos rodea.
Vivimos, sin duda, en la mejor época de la historia, aquella donde el hombre tiene la mayor libertad para desarrollar, en las más amplias formas sus sueños y aspiraciones: Nadie puede reprochar los legítimos deseos, vivimos en un mundo con libertad de expresión, podemos ser casados, solteros, divorciados, pero seguimos siendo personas; podemos ser abogados, ingenieros, arquitectos o psicólogos, y seguimos teniendo un mundo de posibilidades a nuestros pies, podemos ser gordos o flacos, altos o bajos, negros o blancos, homosexuales o heterosexuales, y nada nos impide vivir la vida de la forma que mejor queramos, siempre y cuando mantengamos la armonía del mundo en que habitamos.
Muchas personas, entre las que me incluyo, nos vemos agobiados por lo que el mundo espera de nosotros, y a veces podemos sentir que estamos mal enfocados o equivocados en nuestros pensamientos: Sin embargo, me atrevo a decir, en este caso, que el mundo, que muchas veces se empecina en imponer una visión única y generalmente fundamentalista de las cosas, se equivoca en la gran parte de los casos. Es la juventud la época propicia para perseguir nuestros ideales y nuestros sueños, incluso hasta el fin del mundo, cimentar nuestra felicidad futura, la que no se basa solamente en tener un trabajo estable y bien remunerado, mujer e hijos lindos y una casa grande y bonita: Conozco mucha gente que vive en ese mundo idílico, y no es feliz. Ese es el concepto de felicidad creado por unos pocos para ser inconscientemente aplicado a todas las personas, el afán por el dinero y la buena vida, para muchos, es el camino a una existencia vacía y miserable, grupo entre los que, nuevamente me incluyo.
No nos dejemos apabullar por ese concepto facilista y preciosista que el mundo intenta imponernos: La verdadera felicidad la hacemos nosotros: No la hacen los demás, no la hace el dinero, no la hace el mundo, sino que está dentro de cada uno el descubrir qué es lo que nos llena y nos anima a seguir adelante.
martes, 14 de julio de 2009
Las lecciones de la Revolución Francesa.
Hoy, catorce de julio de 2009, se cumple el 220º aniversario de
A mi parecer, han existido, en la historia moderna, tres procesos revolucionarios que han marcado profundamente la identidad del hombre moderno, en cuanto a su concepción del mundo y la sociedad. El primero de ellos fue
El hambre del pueblo parisino fue, como dije, un factor vital: cuando la hogaza de pan cuesta lo mismo que el salario mínimo, estamos en problemas graves. Y si a eso sumamos el vicio capital del Ancien Regime, a saber la falta de comunicación entre el monarca y su pueblo, entramos en crisis grave. Bien sabido es que el rey de Francia, Luis XVI, era un mequetrefe inepto, poco empático, un niño apagado por la magnífica visión de su antepasado, Luis XIV, el Rey Sol, quien es, hasta hoy, el gran símbolo de la prosperidad y opulencia de
Sin perjuicio, la grandeza de Luis XIV duró poco: su bisnieto, Luis XV, se olvidó del pueblo y se dedicó a guerrear a favor de las posesiones borbónicas y dar opulentas fiestas; más aún, escandalizó a toda la aristocracia francesa con su acalorado romance con Jeanne Bécu, Condesa du Barry, y las intrigas de ésta con el Cardenal Richelieu en contra de François Choiseul, secretario del rey, que fueron durante años el comidillo de
Que sirva esto para ilustrar
Y es aquí donde entra el pueblo: al populacho no le interesan los comidillos de
En el fondo de sus corazones, yo creo que el pueblo no quería pan. Se contentaban simplemente con el cariño de su rey. Pensemos que la visión política de la época era muy distinta. El rey debía ser un padre para sus súbditos, era la imagen más cercana a lo divino, su autoridad incuestionable. Si Luis XVI les hubiera dado un poco de atención, de cariño real, las cosas habrían sido diferentes. Pero el Lucho era un inepto, que se dejaba controlar por su mujer y sus corruptos consejeros. Ilustra el desprecio de la familia real por el pueblo llano la famosa frase que María Antonieta pronunció cuando el pueblo se encontraba a la puerta del Palacio de las Tullerías: “¿No hay pan? Que coman pastel.”
Como no me interesa contar la historia de
Mientras tanto, el rey seguía encerrado en Versailles, aislado del pueblo. Entonces,
Cuento corto,
Luego son abolidos los títulos nobiliarios, la lucha entre Jacobinos y Girondinos en
Los diez años de caos de la historia de Francia terminan el nueve de noviembre de 1799, con el golpe del 18 de brumario, en que Napoleón Bonaparte toma el poder. Fin.
Ahora, viendo este período en retrospectiva, y después del decantamiento histórico de los siglos, vemos que
Sin perjuicio de la certeza de ese predicamento, y del peligro que revestía llevar a cabo tan grandes cambios, ellos no sólo se condujeron por amor a la libertad por parte del pueblo, sino por el gran insulto inferido por los monarcas al pueblo. Hoy vemos como todo el concepto de autoridad y soberanía gira alrededor de la idea del pueblo, gracias a
En fin, el sistema político actual es heredero de
sábado, 4 de julio de 2009
Los bancos
De todas las instituciones propias de la vida social moderna, la más deleznable y reprochable, para mí, son los bancos. Instituciones especialmente diseñadas para brindarnos un servicio que no necesitamos, a un precio que no pagaríamos. El mejor negocio del mundo. Cobrar por un servicio inexistente.
El banco no sólo me cobra por hacer como que guarda mi plata, sino que más encima la presta, la multiplica, la invierte, y se queda con los excedentes. Porque si usted cree que sus billetes están sanos y salvos en una bóveda o debajo del colchón de un gerente, está muy equivocado. Sus billetes no existen. Su plata es número que el banco administra. Y juega
con su número, lo da en préstamo a otros, compra e invierte para sí, confiando en que usted no se lo pida nunca. El banco es como una especie de “ladrón honrado”: Se roba su plata, la gasta, pero si usted se la pide de vuelta, se la da. Y hasta por ahí no más, porque si todos los chilenos fuéramos al mismo tiempo a cobrar nuestras platas a los bancos, ellos no tienen ni el dinero nominal ni la liquidez para ellos. Eso es lo que pasó con el famoso “corralito” en Argentina.
El banco es una máquina especialista en robar por donde puede. Me cobra, primero, por usar mi plata. Después me presta plata, bajo la excusa de la PYME, la solidaridad, el apoyo, el “siempre contigo”, etc. Y me cobra no una, ni dos, sino tres veces lo que me prestó. Y me obliga a hipotecar mi casa, la misma que les estoy pagando a ellos, en garantía de mis pagos y de cualquier obligación que en el futuro contraiga con ellos, hasta el final de mis días. Y si me atraso un día, me someten al escarnio público pasándome a DICOM, de modo que hasta el almacenero me mire feo por comprar un chicle. Y si no puedo seguir pagando, por cualquier razón, me embargan hasta el culo y lo venden al mejor postor. Y se quedan con la plata. La “manus injectio” romana es un feliz castigo comparado con la ignominia a la que nos someten estas institucion
es.
Y lo peor de todo, es que estos ladrones dominan el mundo. Corporaciones gigantescas, como HSBC, Citibank, Itau, Deutsche Bank, etc., están infiltradas en todos los estamentos gubernamentales del mundo. Gastan miles de millones de dólares en lobby a todo nivel, de modo que los gobiernos les mantengan sus prebendas.
En fin, prefiero guardar mis modestos billetes debajo del colchón.
La pobreza.
Hoy, viendo unas fotos de China, había una en que aparecían dos chicas de la clase dominante, bien vestidas y alhajadas, admirando un perro de raza fina. Dos chicas frívolas, con la mirada perdida, sin brillo vital en sus ojos. En la siguiente foto, una mujer campesina del interior, acompañada de sus hijos, en un camino de tierra, con sus ropas raídas y ajadas, y sus rostros surcados de esfuerzo y cansancio. Me llamó especial atención la pequeña, que en sus cortos años ya evidenciaba, en el brillo de sus ojos, las durezas de la pobreza y de la vida campesina.
Y lo más impresionante, para mí, es que la diferencia entre las dos chicas de la primera foto y la madre y la hija de la segunda, a simple vista, no es ninguna. El mundo que las separa está simplemente, determinado por sus cunas.
¿Por qué los seres humanos, que nos decimos evolucionados y superiores al resto de los animales, permitimos esto? ¿Por qué dos personas del mismo tipo, con el mismo esfuerzo, con la misma sangre que corre por sus venas, viven en forma tan distinta? ¿Por qué algunos que no lo merecen, tienen más de lo que pueden soportar en sus vidas, bañados en la opulencia y el lujo banal, y por qué otros, que merecen premios a su esfuerzo, apenas les alcanza para comer? ¿Cómo permitimos que los campesinos, los obreros, los trabajadores, la base de lo que hoy nosotros gozamos, vivan en la miseria y la ignominia de no tener nada? ¿Cómo permitimos que aquellos que no le han ganado a nadie, pero que detentan el falso poder social, económico y moral, vivan a expensas del pueblo que grita de hambre?
No sé por qué, pero, sin considerarlo justo, me parece la ley de la vida. Es el producto del caos más básico. Es irremediable. No lo logró Smith, ni Marx, ni Mao, ni Hitler, ni Jesús, ni Mahoma. Y no lo vamos a lograr nosotros. Lo único que podemos hacer es mitigar los efectos de la tremenda barrera que separa a ricos y pobres. Así es la suerte, el devenir del mundo.
Aún así, no me conformo. La pobreza y la miseria me producen un escozor, un dolor y una pena insoportables, ver la suciedad, el dolor, el esfuerzo infructuoso por llevar un trozo de pan al hogar familiar, se me hace demasiado para un ser humano, mientras otros, más acomodados, se ceban en sus excesos banales.
Sin embargo, esta pobreza esforzada y trabajadora tiene algo que ni la riqueza más opulenta podrá tener jamás: dignidad. El pobre, esforzado, se glorifica en su trabajo, y si bien no recibe los bienes materiales necesarios para dar sustento a su familia, sí tiene, en su interior, los valores y virtudes que hacen al hombre la más impresionante de las criaturas: el esfuerzo, el trabajo duro, la generosidad, la humildad y el amor. En el corazón del pobre digno no hay resentimiento. Sólo hay amor, entrega, esfuerzo, Es importante cómo la gente pobre entrega hasta lo que no tiene en la ayuda a sus semejantes, cómo apoyan a los que tienen aún menos que ellos, cómo ponen todo de su ser para sacar a sus familias de la pobreza y la carestía. Y eventualmente lo logran. Y si no lo logran, por lo menos consiguen arraigar esos valores del esfuerzo y la dedicación en sus hijos, contribuyendo a la sociedad del futuro con las virtudes sociales que nos han mantenido en pie como especie durante milenios.
En cambio, todos esos valores trascendentales, son despreciados por el rico insensato. El rico prefiere cebarse en sus placeres, gastar su dinero en contaminar su cuerpo, su mente y su espíritu; prefiere bañarse en las aguas sucias del ocio, que manchar sus manos en el trabajo duro y reconfortante; prefiere alimentarse a sí mismo con todo lo que es inútil y pasajero –fiestas, mujeres, placeres mundanos- que ayudar a la alimentación de aquellos que más lo necesitan; en suma, el rico insensato, finalmente, no sobrevive por largo tiempo, puesto que no es capaz de dar impulso al motor social que es básico para la supervivencia de los seres humanos en este planeta.
La pobreza y la modestia son los motores que dan vida a la labor social planetaria; el silencio del trabajo duro y la generosidad mutua son las claves del éxito de la raza humana. Es por ello, que los pobres, los trabajadores y los postergados son los herederos de este mundo, quienes tendrán, o debieran tener, algún día, las merecidas recompensas a sus esfuerzos.
jueves, 10 de julio de 2008
El Señor de la Carencia (moral).
La tele, a pesar que te deja los ojos cuadrados (la velada campaña de proselitismo anti-tele), es un medio de comunicación social súper potente, que permite a la gente tener un contacto más perfecto con la realidad. Por eso me sorprendió leer en los diarios de esta semana, que la ministra del Sernam, que no sé quien mierda es y el ministro Viera Gallo se han tirado en picada contra la teleserie nocturna de TVN, “El Señor de la Querencia” (no es el Señor de la Gerencia, esa es la de Chilevisión… chiste docto, no se ría si no lo entiende), en que se muestra a un patrón de fundo más malo que Osama Bin Laden, que se flagela, se viola a las hijas de los inquilinos, quema a las lesbianas y todo eso.
Las alegaciones me sorprenden en dos aspectos: uno subjetivo y otro objetivo. El subjetivo va referido directamente a los apelantes. Me parece poco consecuente que dos personas de la Concertación, que lucharon en su época contra la dictadura y la libertad de expresión en Chile, ahora se pongan santitos y digan que lo que se muestra en la tele puede causar daños sicológicos y morales a la gente que lo ve. Sinceramente, ver al Ministro Viera Gallo en calzoncillos en la exposición de su hija artista es bastante más nocivo (cuando fui a ver la exposición casi me paso al Juzgado a demandar daño moral), además del daño evidente que causa a la retina de un ser humano con un mínimo sentido de estética. Estos mismos pelafustanes que se desviven en criticar a la dictadura y sus atrocidades morales, se esfuerzan en ocultarle al pueblo la realidad chilena histórica y contemporánea.
Segundo, un aspecto objetivo. La crítica a la serie referida es bastante calvinista, por no decir puritana hasta más no poder. Primero, no se condice con la educación que se debe dar a las masas; luego, implica meter en un hoyo la realidad chilena contemporánea, de modo que no sea conocida por la gente. Es inconsecuente con la educación que se debe dar, porque cuando a la gente se le enseña la historia de un país, se le debe enseñar con sus pros y contras, sin tintes políticos endiosadores ni demonizadores. La historia de Chile en los años 20 era así, las querencias, los patrones que hacían lo que querían e imponían su ley en sus territorios, etc. Tampoco uno puede ser imbécil y creer que la teleserie dice toda la verdad, por supuesto que es ficción, cosa que viene bien advertida: la gente no es tan imbécil como para que le doren la píldora con que lo que pasa en lo comedia es la pura y santa verdad.
Por otra parte, es negar la realidad contemporánea. Y me llama la atención viniendo de la Ministra de Sernam, que es la defensora pública de estos casos. Como si hoy día las mujeres no fueran golpeadas, violadas ni quemadas, además de sicológicamente vejadas, maltratadas y subvaloradas. El año 2008 es lo mismo que 1920, sólo que los métodos han cambiado. La ministra debería ver, en estos documentos audiovisuales, una forma de ensalzar la defensa y protección de los derechos de la mujer para ayudar a erradicar el machismo violento. Lo contrario es demonizar y negarse a ver la realidad chilena. Me parece que la forma más lógica de concientizar a la población sobre los efectos de la violencia es mostrándola, dejándola al descubierto, denunciarla de forma pública, de modo que el eventual agresor se sienta amedrentado a utilizarla. Eso de que si la mostramos la gente lo puede repetir en la casa… o sea, por favor, horario para mayores de 18, esto no es un programa de lucha libre para niños de 15… la gente no es tonta.
Sin embargo, lo que más me impresiona de toda esta situación va referida al sustrato político de toda esta discusión. La vuelta de chaqueta paulatina y progresiva que la Concertación ha tenido en sus apreciaciones morales desde que llegó al poder, y que demuestra que la política chilena está a millones de leguas de ser desarrollada. La misma Concertación que nos vendió la pomada de la libertad, la alegría ya viene, crecer con igualdad, estoy contigo Michelle y toda esa mierda con cara de liberalismo, hoy día se muestra como la más talibana de las fuerzas políticas, amenazando censuras (las mismas censuras que derrotaron hace 10 años), querellas y demases para ocultar a la gente la cruda realidad: un país en que creció la delincuencia, en que creció la cesantía, en que la economía va en franco retroceso, en que las libertades políticas y sociales no se han concretado. No es la hora de echar culpas, pero el esconder la realidad demuestra claramente quien tiene gran parte de la culpa. Esto me recuerda el socialismo soviético, alienador de la mente de las personas, en que se obligaba a los individuos a ver los contenidos que le gobierno les daba, de la forma que éste quería, y adoctrinándolos en sus sucios raciocinios igualitarios marxistas.
La Izquierda ante esto, puede tomar dos caminos: o cumplen lo que prometieron al llegar la poder, libertad de expresión para los contenidos culturales; o lo que realmente son y han sido en todos los infortunados países en que han sido gobierno: control total sobre los medios de comunicación, educación gramsciana y limitada y control sobre las masas. De repente se les sale el gen Rogelio… más vale que lo repriman, porque así no van a ser gobierno nunca más.
jueves, 3 de julio de 2008
Europa
Tras el fin de
Europa sufre: las víctimas claman por justicia, la maquinaria alemana de destrucción queda en evidencia, el mundo se da cuenta de la monstruosidad del Tercer Reich, de una magnitud inimaginable, y llega la hora de que las cúpulas del continente reconozcan las culpas que comparten en este desastre.
El cauce natural será la rememoración del ignominioso Tratado de Versalles, en que Alemania fue sometida a la mayor de las humillaciones, y que hoy es reconocido, sin duda, como el peor de los errores, así como el antecedente primigenio de
Pero el análisis va más allá: Europa comienza a preguntarse qué es lo que pasa, que se hizo mal, siendo que sólo 500 años antes era la cabeza del mundo, un entorno natural unificado bajo una sola religión y un solo gran gobierno, un “E Pluribus Unum” bajo la égida de
La respuesta no es de fácil aliento, pero yo, por lo menos, la vislumbro de la siguiente forma:
Sin embargo, desde fines del siglo XV se empiezan a vivir aires de cambio, procesos particulares que ya no incluyen a Europa como un todo, y por consiguiente, generan rivalidades y roces entre sus diversos miembros, a saber:
1. El descubrimiento de América: El mérito de la colonización americana es exclusivo de España y Portugal, y más particularmente, de los monarcas de la casa de Trastámara. Es en Isabel
El descubrimiento y posterior colonización de América será, en mi opinión, el primer antecedente de la decadencia de la unidad europea, y su influencia saldrá a la luz casi 500 años después, con el proceso de descolonización.
2. La reforma protestante: El levantamiento de Lutero fue la llama que encendió la mecha de los abusos desmesurados del clero católico romano sobre el pueblo y la nobleza. Alemania y Suiza se rebelan con todo contra la autoridad romana, y la debacle se siente fuerte en otras latitudes europeas: Inglaterra, fiel aliado del Papa, se separa de
Así,
3.
4.
5.
Ustedes se preguntarán a qué quiero llegar con esto. Ni más ni menos, que a dar una explicación sobre mi punto de vista respecto del renacimiento de Europa, y específicamente de
Esta institución nace tras
A pesar de todas esas lindas palabras, el déficit de gobernabilidad de
La ruina de Roma se reduce a una sola frase: su aparato militar era más grande que su aparato fiscal. Por tanto, como la conquista militar iba a pasos más avanzados que la reforma fiscal, llega un momento que, al cruzar ciertos límites territoriales, Roma se resquebraja. Es como hacer una pizza. La masa si es compacta, se mantiene unida: pero si la estiramos para hacer una pizza gigante, va a llegar un momento en que se va a romper por la falta de ligazón. Así, el Imperio era gigante, pero tenía un aparato fiscal insuficiente para controlar tanta vastedad de provincias.
A mayor abundamiento, este déficit nace del temor casi histérico que Europa tiene a la guerra. Después de
Nos debería parecer muy bueno que haya un desarme, pero esto es un arma de doble filo: si bien las armas no son nunca buenas, insisto en que la diplomacia no resuelve todo, y la amenaza de la fuerza es un disuasivo fuerte para la mantención de la paz, especialmente en un continente que recientemente se revela como culturalmente heterogéneo, saliendo de un régimen de terror como en el caso de Rusia, y amenazado por la nueva morisma terrorista. Luego, la necesidad de una organización militar no diplomática al mando de
Sin un aparato de la especie, las decisiones que ésta tome se basan simplemente en la buena fe de los firmantes. Basta ver el caso del Euro. Cuando se entra en el régimen de moneda única, el Reino Unido se niega a dejar la libra esterlina. Y no hay forma de disuadirlo. ¿Qué va a hacer
Hay muchos casos en que los acuerdos no sirven, y se hace necesario aplicar la fuerza, o su amenaza, para llegar a decisiones coherentes. ¿De qué sirve crear todo un aparato fiscal, por ejemplo, en torno a una moneda, homogeneizando un mercado financiero vastísimo a un costo de miles de millones de dólares, para que uno de los protagonistas del proceso después se eche para atrás? Así las cosas, el absurdo de
A mayor abundamiento, y naciendo con un contenido meramente económico, hoy se empiezan a vislumbrar los problemas, específicamente, en la imposición de sus directivas, lo que finalmente termina relatando el verdadero carácter de Europa, un continente en ruinas, que sin embargo, asienta su base sobre en una supuesta superioridad: la Unión Europea es la joyita de las políticas liberales, pero aún no es capaz de mirar hacia el lado y ver la debacle moral que ha caído sobre el continente.
En suma, y a partir de la directiva que expulsa ipso facto a todos los inmigrantes ilegales de los países de la Unión, dejo la pregunta abierta ¿moralmente, es conveniente ir a formar una vida nueva en una Europa envejecida y desgastada? Mi respuesta es no. El pensamiento y la reflexión lo dejo a los lectores.