La familia produce una cosa mágica: puedes estar enojado con ellos, puedes estar triste, pueden evitarte, pueden obviarte; pero cuando vuelves a verlos, alguna magia sucede, que el amor vuelve, los problemas se olvidan, las querellas se entierran; y todo vuelve, por un momento, a ser feliz como en los viejos tiempos.
Esos son los momentos que hay que atesorar.
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