jueves, 10 de mayo de 2007

Esto no da para más


Así de fuertes fueron las palabras de la presidenta de la Democracia Cristiana, la senadora Soledad Alvear. Y así de dura es la realidad. Después de 17 años de gobierno, asistimos al principio del fin de la Concertación. Somos testigos privilegiados de un fenómeno sociopolítico que se da muy esporádicamente: el descalabro con bombos y platillos de una coalición política, un terremoto que cambia la estructura partidista de nuestro sistema político.

Este descalabro, a mi parecer, tiene distintas causas identificables:

- Desaparición de un objetivo común: Ya no existe, entre los partidos de la Concertación, un “target” identificable donde atacar, donde poder descargar la mierda interna que se va generando. No es malo generar mierda, lo malo es no dejarla salir. Y eso se nota. Ya no hay un Pinochet para echarle la culpa de las cosas. Ya no es la derecha la que está haciendo las cosas mal, sino que es el propio gobierno de la Sra. Bachelet el que está dejando mal parado a toda la coalición, mientras sus enemigos no pueden menos que fortalecerse con la falta de objetivos de la Concertación. Así las cosas, hay una mitad de la Concertación que se quedó pegada en el pasado, y que se dedica a atacar al antiguo pinochetismo (que en la política chilena pesa menos que un paquete de cabritas), y otra mitad que cerró el capítulo con la muerte del caballero, dando definitivamente por cerrada la transición a la democracia.

- Baja en la popularidad del gobierno: Para qué andamos con cosas. La Bachelet no lo ha hecho como esperábamos, y han sido más sus descalabros que sus aciertos, con lo que le pasa la cuenta a la Concertación, que se ve, por primera vez en su historia, dividida entre prestarle ropa a la mandataria o hacerla puré. Y ambos grupos se van al porcino. Los que prestan ropa, se ciegan para no ver las cosas malas que pasan y se justifican echándole la culpa a la derecha o a algún despistado que ande por ahí; y los que critican, se van en picada contra el gobierno, clavando el cuchillo por la espalda, cuando lo que corresponde es que critiquen de forma constructiva y ayuden a la consecución de los proyectos gubernamentales, que es lo mejor para todos los chilenos, de derecha y de izquierda. En suma, todos salen damnificados en la Concerta con los descalabros de la Bachelet, unos porque pierden credibilidad, otros porque se vuelven inquisidores no correspondidos.

- La falta de íconos creíbles e identificables por la ciudadanía: A la Concertación se le acabó la gente. No tiene ningún cheque a fecha, ningún as bajo la manga, ninguna figura que aúne fuerzas a su alrededor, como sí lo tiene la derecha en personas como Sebastián Piñera (aunque hasta por ahí no más…). Todas sus vacas sagradas se han derrumbado. Lagos ya no tiene chance, porque fue identificado como el primer culpable por los vicios ocultos del Transantiago; Insulza se está matando solo en la OEA, mientras se olvida de la contingencia nacional y se hace el leso con lo que va sucediendo en el país; Bitar se ha convertido en un talibán, haciendo una defensa fanática y descarnada del círculo de hierro bacheletista, en una coartada que no tiene ni pies ni cabeza; Frei no merece comentarios; a la Alvear de concertacionista le queda el dedo chico del pie izquierdo. Así, el chileno medio no tiene una figura concertacionista identificable para ocupar en el futuro la primera magistratura, lo que lleva a ese mismo chileno medio a no vislumbrar la existencia de la Concertación al momento de las próximas elecciones.

- Las “cuentas felices”: A la izquierda le ha pasado la cuenta todo el tema del manejo de dineros gubernamentales, y la corruptela acumulada en los últimos 17 años ha ido estallando en parcialidades, cual bomba de racimo. Primero fue el caso coimas, que estalló a mediados del Gobierno de Lagos, pero cuya sentencia salió recién ayer, con sendas condenas a los involucrados (salvo Tombolini, que salió libre de polvo y paja); por otra parte, están saliendo las primeras sentencias de término en las aristas MOP, y la ministra Gloria Ana Chevesich acaba de condenar a Matías de la Fuente, sobrino de Lagos, por falsificación de instrumento público y uso del mismo; y por otra parte, aparecen los descalabros de Chiledeportes, por los que el gobierno de la Bachelet se ha visto bastante apremiado. Así las cosas, los partidos se han visto divididos entre escandalizados y justificadores, lo que no ha hecho sino minar las bases de hermandad que unió a la antigua Conceración de Partidos por el No.

Como hemos visto, la conjunción de todos estos factores no ha hecho sino generar odios entre las diferentes facciones de la Concertación,que amenaza todos los días con descalabrarse de un momento a otro, y que sufre la fuga de sus elementos por causa del caos que se ha generado. Primero, un Zaldívar y sus boys que amenaza con dejar la Concertación si no se hacen las cosas a su pinta; luego, un Flores y un Schaulsohn que se alejan definitivamente de la coalición buscando nuevos rumbos y restando a la misma de valiosas filosofías (y valiosos dividendos, ya que ambos son empresarios poderosos que aportaban su jugosa chequera a la mesa Té Club de la Concerta); después, aparece una Soledad Alvear diciendo que esta situación de incertidumbre “no da para más”; y finalmente hoy, luego de la votación para aprobar el informe Chiledeportes, la Concertación tira la posibilidad de olvidar el tema por la borda por una peleíta de nada, y aparecen los Ominamis y los Rossis diciendo que este “es el fin de la Concertación”.

“Tú lo has dicho Judas, tú lo has dicho”, como dijo don Jechu en la Última Cena. Por fin Fulvio Rossi le achunta a una. Este es, literalmente, el fin de la Concertación. Y aunque en los papeles y frente al país seguimos tan amigos como siempre, por dentro no hay duda que la coalición esta es un cadáver. Y con harta necrosis. En rigor mortis literalmente.

Sin embargo, hay una posibilidad que resucite, aunque de una forma muy diferente a la que conocemos. Por lo menos sin la DC, que no está ni ahí con seguir en el mismo baile y que siempre, desde sus inicios, ha tenido afanes independentistas, además de haberse sumado a la coalición por meras consideraciones circunstanciales, como fue el hecho de sumar fuerzas contra el Gobierno Militar y sus afanes expansionistas a fines de los 80. Luego de ello, perdió su razón para mantenerse en el grupito.

Si la Concertación resucita, va a ser por obra y gracia del Espíritu Santo que va a ungir a algún iluminado para guiar los futuros de nuestra patria por el cuadrienio subsiguiente. Pero hasta el momento, su muerte es un hecho practicamente consumado, y su certificado de defunción será rubricado el día que pierdan las elecciones presidenciales de 2009, camino al que están yendo inexorablemente, mientras la Alianza, aún haciendo las cosas mal y siendo desorganizados y egoístas como son, especialmente estos sujetillos desharrapados de la UDI como Longueira y Novoa, que a mi parecer no le han ganado a nadie, han sacado dividendos políticos jugosísimos, que ponen al futuro abanderado de sus filas en primera pista para alcanzar la primera magistratura.

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