jueves, 31 de mayo de 2007

Homosexualidad y nueva sociedad


La homosexualidad en el mundo es un fenómeno que se ha puesto de moda. Y con ello no quiero decir que el hecho que una persona sea homosexual responda a una moda, sino que me refiero al simple hecho de que hoy se piensa que los homosexuales son ‘top’, que tener un amigo/a homosexual es bien visto, como un signo de tolerancia; que estar a favor del matrimonio gay y de la adopción de niños por parte de parejas homosexuales es un signo de los tiempos, y que se debe aceptar… yo creo sinceramente que eso no es así, y que todo esto no responde más que a un movimiento sostenido del ser humano hacia un hermafroditismo mental bastante lamentable.

Sinceramente no me provocan nada los homosexuales: no me van ni me vienen, su orientación me importa un rábano. Conozco a hombres y mujeres homosexuales que viven su vida de lo más normal, asumiendo su condición de forma normal, sin aspavientos, e incluso con parejas estables. Creo que la orientación sexual de una persona es uno de los parámetros más francamente inadecuados para valorarla como ser humano, por lo que creo que podría ser perfectamente amigo de un homosexual, mientras no se enamore de mí… y no porque me dé asco, si no porque lo que es natural para él no lo es para mí, y ante una divergencia tan trascendental en un plano tan íntimo como es la sexualidad, es difícil que una relación amistosa se desenvuelva de la forma natural en que debe desenvolverse.

Sin embargo, hay cosas de la corriente homosexual moderna que me hastían, e incluso me repulsan sobremanera. Lo primero es la pérdida de la identidad de género. Es lamentable como muchos homosexuales pierden la capacidad de comportarse como hombres o como mujeres respectivamente, lo que los lleva a tener una sexualidad ambigua, indefinida, que hace que sus comportamientos sean, por decirlo menos, reprobables. Los que se operan para cambiar de sexo, está bien, no los incluyo en este grupo, porque simplemente son mujeres que nacieron en cuerpo de hombre y viceversa, el género mental es incompatible con el género físico, y la medicina moderna contempla soluciones a estos casos. Pero me enferman los travestis, que quedan en un limbo sexual indeterminado que los hace ser repulsivos… igualmente las bien conocidas “locas”, que ni siquiera se dignan tener comportamiento de mujer, sino que tienen una mezcla entre histeria, afeminamiento, vacío de cabeza y sobreexcitación hormonal, que da como resultado un comportamiento rayano en lo estúpido que ni siquiera modelos renombrados de estupidez femenina, como Rocío Marengo, Kathy Barriga o Amalia Granata, mujeres reconocidamente imbéciles, son capaces de alcanzar. Son como una especie de híbrido inidentificable, una especie de OVNI humano de comportamientos estereotipadamente predecibles, que hacen que una persona que se identifica con su género, y que tiene una naturaleza definida en cuanto a éste, encuentre que la ambigüedad que secretan estos sujetos sea simplemente repugnante.

Un segundo tema que me hastía hasta el cansancio son las aspiraciones legales del mundo gay. El querer contraer matrimonio y adoptar hijos es un deseo que no alcanzo a comprender. Evidentemente que lo entiendo como una aspiración que es propia del ser humano en virtud de su instinto social, que lo lleva inexorablemente al deseo de la unión perpetua y la procreación. Pero la naturaleza también juega en contra, y a veces es la misma sociedad la que reprime estas conductas. Basta citar el ejemplo de los sacerdotes, monjes y monjas, que renuncian al matrimonio y a la familia para seguir sus vocaciones. No obstante creo que ese es un alto precio a pagar, con el que estoy totalmente en desacuerdo, en especial con el caso de los sacerdotes, creo también que las circunstancias en que se configura el mundo no permiten que los homosexuales aspiren a una institución tan central y sagrada como el matrimonio. Ello, porque el matrimonio, aún, juega un papel central en la formación de la familia, que es el núcleo central de la sociedad. Hoy en absoluto podemos decir que el matrimonio es la única base de la familia, puesto que existe la familia extramatrimonial, eso es innegable. Pero aún podemos decir que es la principal forma de adquirir esta “deuda” que es la familia. Y él ha sido diseñado en base a un hombre y una mujer, no dos hombres, no dos mujeres, no un hombre y muchas mujeres, no una mujer y muchos hombres. Ello, porque uno de sus fines es la procreación, y ella se alcanza sólo con la conjunción de un hombre y una mujer.

Por otra parte, siendo el matrimonio un acto de estado, con una base social, es una muy mala señal el abrir sus efectos a las parejas homosexuales, porque estaríamos igualándolos a una situación moral que no es aceptable, porque si Dios, Alá, Brahma, o la Suprema Razón o como se llame el tío de arriba, creó en todas las especies un macho y una hembra, que al unirse perpetuan su raza, estaríamos dando un reconocimiento natural y legal a una situación antinatural que es la extinción de la raza. Eso iría contra el instinto de supervivencia, dando una señal importante a la sociedad de que no somos perpetuos ni trascendentes como especie. Sé que suena raro, pero es un efecto inconsciente: basta ver la abismante baja de las tasas de natalidad en Europa, que a mi parecer, responde tanto a este factor como a otros bastante más relevantes, como el exceso del trabajo, el hastío vital que lleva a la pérdida de apetito sexual, o la simple opción de las parejas.

Del mismo argumento anterior se puede explicar el porqué los homosexuales no deberian poder adoptar hijos, a lo que se suma otro factor, que hace que sea una situación doblemente antinatural: Además de ser de suyo anormal que dos hombres o dos mujeres sean las figuras paternas de un niño, ya la adopción tiene un contenido contranatura por el hecho de no ser el niño hijo biológico de los padres, como dicta la razón: ello crea un desapego instintivo lógico, puesto que es la lactancia la que une, animalmente, a la madre con su hijo, lo que no es verificable en una adopción, y menos en una adopción por parte de una pareja homosexual, en la que la asignación de los roles educativos y la recepción de estímulos es, por decir lo menos, particular, lo que terminaría crenado graves carencias sociales en los niños, palpables desde la más temprana edad, puesto que al compartir con sus pares se darían inmediatamente cuenta que su situación vital es diferente, lo que crea una frustración en el menor, además del cruel rechazo de sus congéneres.

Creo que la solución para los homosexuales es una unión civil con efectos previsionales y sucesorales, que permita a esas familias no matrimoniales estar aseguradas en caso de cualquier vicisitud con respecto a uno de los convivientes. Si no pueden ser acreedores del matrimonio, por lo menos que el Estado reconozca su situación de facto y la proteja.

Quiero ser enfático en que no rechazo en absoluto a los homosexuales, creo que pueden llegar a ser gente muy valiosa, y eso no depende de su sexualidad, sino de cómo lo criarion sus papis y de las definiciones de su conducta. Lo que sí postulo es que su situación es anormal, ellos son antinaturales. Pero ello no hace sino confirmar la naturaleza del ser humano, “la excepción confirma la regla”, además de constatar en términos bastante palmarios como la evolución humana contempla alternativas que no necesariamente pueden ser consideradas como mutaciones o enfermedades.

Creo que la homosexualidad no es una enfermedad, por un argumento muy simple. Una enfermedad se sufre, no se goza. Y, como dicen por ahí, “no hay maricón arrepentido”. El homosexual, si tiene excitación sexual con personas de su mismo sexo, será raro para los heterosexuales, pero no es enfermo. A él le encanta, y su actividad hormonal constata por él esta sensación. A lo más, es una anomalía, pues se aparta del comportamiento constante del ser humano. Pero de ahí a una enfermedad hay mucho.

Más bien, creo que la homosexualidad va implicada en un factor genético, no imputable a factores hereditarios, sino lo que llamamos vulgarmente una mutación, pero que a mi parecer no alcanza para eso, sino que se erige como una característica genética simplemente, sólo que tiene repercusiones sociales externas más evidentes.

Sería bueno que la sociedad chilena se abriera a una legislación moderna, no promoviendo la homosexualidad, y mucho menos reprimiéndola, sino que aceptándola como un fenómeno natural, que merece toda la protección del Estado en materia de derechos y garantías fundamentales. No podemos evitarla, ni reprimirla, ni controlarla, ni aumentarla, ni disminuirla, pero sí podemos protegerla, darle dignidad a una situación de la que muchos se avergüenzan sin tener por qué.

3 comentarios:

Rodrigo dijo...

¿identidad de género? Qué es eso? Las identidades nacen dialécticamente de la necesidad de formación de grupos y del deseo de diferenciación. Sabemos que los gays no han optado por la preferencia hacia personas de su mismo sexo. Creo que nadie en su sano juicio podría querer someterse voluntariamente al juicio público de la manera que muchos gays deben enfrentarse a diario. Los gays no construyen su identidad de tales a lo largo de sus vidas, independiente de que les cuesta, en algunos casos, aceptarla. Su identidad de homosexuales viene determinada genéticamente.
Sorry por la lata

Pancho dijo...

Gracias por tu comentario. Sinceramente, creo que la identidad nace dialécticamente como tú precisas. Pero, tal como dejas entrever, nace en un contexto social que lleva a hombres y mujeres de distintos ámbitos sociales y culturales a adoptar ciertos patrones de comportamiento comunes y no diferenciables, que se identifican la masculinidad y la femineidad. Y eso, a mi parecer, también se debería dar en los homosexuales, puesto que los hombres siguen secretando testosterona y las mujeres, estrógeno, hormonas que determinan patrones básicos. No soy categórico en esto porque además de haber varias corrientes en el tema, no soy especialista.
Lo que yo critico es el comportamiento ambiguo forzado que toma la comunidad homosexual, y sólo hace falta ver una de esos desfiles gay que hacen para darse cuenta que es una mezcla entre tongo y presión intracomunitaria que hace que el fenómeno sea, por decir lo menos, particular.
Espero que se entienda el punto que quiero destacar. No apunto a su fuero interno, que me es indiferente (en este tema), sino al comportamiento de la comunidad para con los otros actores sociales, que genera un sentimiento de rechazo en los círculos más costumbristas.

Flakis dijo...

Concuerdo con Rodrigo al decir que los homosexuales nacen, no se hacen, y no es por moda sino que siempre han existido en la misma cantidad, sólo que se han hecho conocer más. Además el tema de la identidad sexual cada vez es más difusa porque ha ido acabandose el MACHISMO de tratar de poner por un lado el macho viril, infiel, macanudo y el otro la mujer, sensible, dependiente. ¿crees que es bueno seguir con estas continuidades? es que creo que solo a los hombres heterosexuales les conviene, de echo solo hay que ver el lenguaje para que te des cuenta que vivimos en un mundo que sube a lo "macho" y denigra lo femenino ... creo eso si que para que se acepte paulitinamente esto no debe ser abrupto ya que llevamos cientos de años machistas para que de un día para otro se acepte a un hombre que es sensible, que puede criticar a su propio género, que sea femenino (aunque igual hay que decir que igual los extremos son malos) y mujeres que anden con quien quieran, que puedan decidir por ellas mismas ...A todo esto heterosexual xD