lunes, 7 de julio de 2008

In God we trust


Hace 232 años, las 13 colonias Británicas de la Costa Atlántica de Norteamérica, ante la indolencia de la Corona por su suerte, decidieron independizarse, mediante la famosa Declaración de Independencia, firmada un día 4 de mayo de 1776, en la Ciudad de Philadelphia. Dicho acto fue el inicio de la descolonización en América, que se prolongó durante más de 200 años, finalizando en 1982, cuando Belice se independiza de la Corona Británica.

El 4 de julio representa, no sólo para los norteamericanos, sino que para todos los habitantes de América, el triunfo de un sistema de ideales republicano, la derrota del yugo colonial de las potencias europeas de la época, la prevalencia de la libertad por sobre el esclavismo.

El ideal representado en la Independencia de los Estados Unidos se ha manifestado a lo largo de toda su historia, y ha dado sentido a un sistema de valores único en el mundo, que ha hecho de esta nación la más poderosa, sin contrapeso alguno, en la historia mundial.

Es importante preguntarse, ¿qué es lo que hace que los Estados Unidos de América sea lo que hoy es? Para ello hay que ir apuntar hacia diversos factores.

En primer lugar, su gente. Estados Unidos fue colonizado por Gran Bretaña, país de reconocido tradicionalismo dentro del continente europeo en la época. La tradición en Inglaterra es fundamental, las instituciones tienen un significado más trascendente que el simple funcionamiento en función de los intereses nacionales: ellas representan una continuidad, una estabilidad, un símbolo de unidad. Basta ver el ejemplo de la monarquía, que no tiene ninguna utilidad práctica, pero que en el fondo representa un espíritu de unidad, la necesidad de unir a todos los habitantes del Reino alrededor de un símbolo común, representado por el monarca. Ello se produce, a mi parecer, por la necesidad de conservación de una identidad cultural propia y diferente a la de todos los países europeos. Cuando Gran Bretaña se encuentra en la encrucijada de someter su actuar a la Iglesia Católica, so pena de perder su individualidad, u optar por la libertad, bajo el riesgo de perder el beneplácito europeo, opta por lo segundo, escindiéndose de la Iglesia, y entregando a Enrique VIII y sus sucesores el poder absoluto en los asuntos tanto temporales como espirituales, en una clara mofa a la Iglesia Católica Romana.

Esta misma individualidad es la que llega a América, con el matiz de que los colonizadores del Mayflower y posteriores eran puritanos, vale decir, protestantes de la rama calvinista, que eran bastante vilipendiados en Inglaterra por sus doctrinas y su excesivo conservadurismo en las costumbres. No obstante ello, estos puritanos lograron armar una colonia pujante y persistente desde las cenizas, logrando un desarrollo impresionante que ya se hubieran querido las Islas Británicas, principalmente basado en el trabajo duro y la educación.

En segundo lugar, hay un espíritu subyacente en la forma de afrontar los problemas, de forma directa, reconociendo los errores, sin tapujos, de forma honesta y eficiente. La eficiencia, al honestidad y el espíritu de superación son factores comunes en el espíritu de los Estados Unidos.

Cuando los indios comenzaron a molestar a los colonos, buscaron la negociación: no la lograron y por ende, los eliminaron. Y a los que quedaron los educaron y les regalaron las concesiones de los casinos, que se dediquen a hacer dinero y dejen en paz al país. Suena feo e inhumano, pero me parece una forma notable de abordar las cosas, reconociendo los problemas, buscando soluciones, y tratándolos de frente. Basta ver el ejemplo chileno, en donde todavía no podemos domesticar a los mapuches, porque nos la hemos pasado de reunión en reunión, de parlamento en parlamento, tratándolos como “padres de la patria”, cuando lo único que han hecho es quemar tierras, perjudicar la agricultura y chupar más que orilla de playa, comportándose como escorias para el desarrollo social de la nación. Su herencia de flojera intrínseca nunca fue contrarrestada como en Estados Unidos: En Chile el indio viene desde su ruca con la idea de que su inutilidad debe ser subsidiada y hasta celebrada por el Estado. Aquí dejamos que los indios fueran conquistados por el comunismo. En Estados Unidos, Marx todavía no nacía y ya estaban fuera de juego.

De la misma forma se afrontan hoy los problemas. A inicios de la Segunda Guerra se hicieron los santitos, mirando con preocupación pero sin intervenir en un conflicto que era europeo. Hasta que los japoneses les mojaron la mecha con parafina y ahí quedó la cagada. Los americanos hicieron pebre a los nazis junto con Inglaterra y a los japoneses les dejaron un hermoso recuerdo radiactivo que difícilmente podrán superar en unos cuantos miles de años. Eso es ser radical. Eso es eficiencia: Cuando en Estados Unidos se ve un taco, los gringos ya están construyendo una carretera por encima de la fila de autos para solucionar el problema. Las cosas son simples, los problemas se los pasan por la raja: nada que subsidios para la dueña de casa, jubilaciones anticipadas, que súbeme el impuesto, que guárdate el cobre ni nada: las cosas se hacen; y si salen plata, se gasta; y si no hay, no importa, se imprimen más billetes y se acabó el hueveo. Y el que ponga problemas se le invita a salir del juego: si no lo hace, se le invita un romance con una puta, una malversación de fondos o lisa y llanamente lo mandamos a Guantánamo por algún crimen secreto que no se puede divulgar.

Está bien, los gringos se pasan por la raja los derechos humanos y toda esa vaina: Pero esa huevada déjensela a los Caucotos y a los Morgados, los derechos humanos están precisamente para pasárselos por la raja cuando hay problemas que necesitan mayor atención, y los gringos hacen precisamente eso: son malos los huevones, pero están orgullosos de eso.

En tercer lugar, se dejaron imbuir por los ideales republicanos clásicos, que después fueron adoptados por Francia y luego expandidos a Europa y el mundo: Portales no inventó nada nuevo, la organicidad de las instituciones es una cuestión que nace solamente de los gringos: lo que vale no son las personas en los cargos, sino la institución en sí, y ante el error de las personas, la institución prevalece, y la persona simplemente se saca y se cambia por otra más competente. El espíritu cívico de los norteamericanos se basa principalmente en la prevalencia de las instituciones y la limpieza de los procesos de gobierno. En Estados Unidos nunca ha habido dictadura, y si llega a haber, el gallo sale con viento de cola al minuto. Pocos son los países que pueden decir eso.

En Estados Unidos, las dos “mainstreams” de la política son lo mismo. Demócratas y Republicanos se diferencian en cosas pequeñas y sin incidencia en la marcha de la nación. Aquí en Chile, que gobierne la derecha o la izquierda es un mar de diferencia, cambia la visión y la noción de país, cuando hay alternancia se desarma todo y se vuelve a rearmar, no hay continuidad ni seriedad. La firmeza de las instituciones es un aspecto principal en la gobernabilidad de los Estados Unidos, que la hace sólida y prácticamente indestructible.

Así las cosas, Estados Unidos, con su tremendo poder económico, expresado en una cantidad inimaginable de recursos naturales y una maquinaria fiscal prácticamente infalible, no se convirtió en una prolongación de Europa, como los países de Sudamérica (que además somos malas imitaciones), sino que forjó una identidad propia, totalmente diferenciada, que en ningún caso y bajo ningún parangón puede ponerse a la misma altura que la europea: Si el europeo es sobrio y austero, el gringo es grandilocuente, le gusta que las cosas se hagan con banda y a todo trapo; si el europeo es económicamente fatalista, el gringo no se hace problema, lo único que le importa es que no se note pobreza; si el europeo es socialmente frío y poco empático, el gringo llega a ser molesto de lo meloso y sapo, necesita atención constante; si el europeo es de mesa sobria, el gringo no, come como si le hubieran soltado la correa, y se zampa unos desayunos que alcanzan como para 10 europeos cada uno; si el europeo tiene terror al extranjero y a la invasión de su cultura, al gringo le encanta que el latino y todo el resto del mundo vaya a su país a ver como se vive como los dioses; si Europa le tiene terror a la guerra y a las armas, los gringos disparan y después preguntan. No hay punto de comparación.

¿Y por qué Estados Unidos es el país más poderoso del mundo hoy? En ningún caso es por alguna superioridad gringa en el plano fiscal o cultural, sino más bien tiene que ver con factores coyunturales que han jugado a su favor en los últimos 100 años:

1. Recursos naturales: Estados Unidos es una mina infinita de recursos naturales de las más diversas clases. Por ende, en caso de haber escasez mundial, Estados Unidos tiene como satisfacer sus propias necesidades. Cuando hay bonanza, importa, y así se evita gastar sus recursos internos, que le serán útiles en la próxima crisis que se presente. Petróleo, maíz, algodón, cobre, plata, oro, agua dulce, trigo, caña y vegetales sobran en Estados Unidos, activo que se hace sumamente importante en el futuro, cuando la ya declarada crisis alimentaria planetaria se agudice, y mientras nosotros nos morimos de hambre, los gringos todavía tengan sus mesas llenas. Así las cosas, Estados Unidos tiene un gran método de presión, puesto que al controlar varios de los mercados alimentarios y productivos, sea por recursos o por manufactura, se puede dar el lujo de imponer sus directrices económicas a quien le dé la gana, vender y comprar al precio que quiera.

2. El poder de las armas: Cuando Europa estaba rendida ante el poder nazi, no había nada más que se pudiera hacer contra la maquinaria hitleriana, que ya controlaba el 60% del continente, los ingleses, únicos vivos, a regañadientes se fueron a postrar ante Estados Unidos para pedir su ayuda para el esfuerzo de guerra. Y Estados Unidos, con su cantidad impresionante de recursos y sus tácticas militares brillantes, se comió de una sentada a Japón y a Alemania, jugando a dos bandas, en dos escenarios de guerra totalmente distintos, ambos en los que salió victorioso. Así, el memorable año 1945, en abril muere Hitler y Himmler capitula ante los americanos, con una Alemania hecha añicos; y en agosto Hirohito capitula ante MacArthur, con un país muerto de miedo ante los estadounidenses. Luego de esto, Estados Unidos se suma a la reconstrucción europea, y al trabajo de tomar las medidas pertinentes para que conflictos de esta escala nunca más vuelvan a azotar al mundo. Pero nadie trabaja gratis, y Estados Unidos cobró el honorario por su impecable trabajo: La mitad de Alemania para su administración, la reformulación total de Japón en manos de Douglas MacArthur, la presidencia de la OTAN y la omnipresencia de la ONU. Es decir, el precio fue erigirse como el gendarme de Europa, el vigilante de la paz mundial, la nación que se encuentra más allá del bien y el mal, cuyas decisiones golpean al mundo y lo hacen postrar. Si bien este poder existe y es utilizable, Estados Unidos es un país amigable, que busca los consensos y las decisiones pensadas, y son pocas las ocasiones en que usa este poder. En virtud de la existencia del terrorismo, hemos visto una de las contadas oportunidades en que EE.UU. ha usado su fuerza unilateral para imponer la paz y sus intereses, y de forma bastante brutal: porque si Estados Unidos quisiera someternos a todos a su gobierno, basta un flato y listo.

3. La caída del comunismo: Si hubo alguien que le hizo el peso a Estados Unidos, fue la Unión Soviética. No fueron pocas las oportunidades en que vivimos un defcon-1 y nos escondimos debajo de la mesa. Incluso Estados Unidos, en no pocas oportunidades, se amilanó ante el poderío soviético (basta destacar el episodio de Bahía Cochinos, en que a Kennedy se le encogieron las bolas de susto). Sin embargo, todo cae por su propio peso, y el desastre del comunismo mundial (que trataré algún día en otro artículo) dejó a la Rusia ex-Unión Soviética desarmada, desde punto cero y sin ningún poder, salvo su humildad para pedir su admisión en la Unión Europea. Visto esto, el conflicto entre las dos potencias que rivalizaban por el dominio político y militar en la segunda mitad del siglo XX, durante la llamada “Guerra Fría”, que luchaban por doctrinas e ideales distintas, y mantenían el equilibrio nuclear en el mundo, se acabó con la caída de la U.R.S.S. y del Muro de Berlín, episodios que se produjeron no precisamente por la superioridad de Estados Unidos, sino por el anquilosamiento insuperable en que cayó el comunismo autogestionario de la Unión Soviética, y que Gorbachov no fue capaz de salvar. Así, los gringos quedaron solos en el ring (al rival le dio un paro cardíaco en la lona) y simplemente ganaron por ausencia de rival: como no hay nadie que nos imponga políticas contrarias, Estados Unidos rules por el simple hecho de ser el único país con los cojones para hacer lo que se le viene en gana.

Así, el Imperio Americano es el mayor país del mundo, nos manda a todos e impone su voluntad de la forma que quiere: Venezuela se ha rebelado y basta ver las penas del infierno que han caído sobre el mono Chávez. En Chile, si la Bachelet llega a recibir al Dalai Lama o dice Taiwán, chao cobre, chao TLC, chao inversión china, y nos vamos a la real chucha. Mientras tanto Bush se puede sentar en la mesa con el Dalai Lama y el presidente de Taiwán a comer wantanes mostrándoles mapas del Tíbet y Taiwán libres mientras juegan al “póngale la cola al Mao” y escupen sobre hoces y martillos, mientras miles de americanos ondean banderas del Tíbet y Taiwán libres mientras queman el manifiesto comunista de Marx y la bandera china, y nadie le va a decir nada. El primer ministro chino lo único que puede hacer es ponerse a llorar. China será muy grande, pero no puede hacerle la contra a Estados Unidos, porque Bush dice “ataca Spike”, y tiene 50 ejércitos completos comiendo chinos y violando chinas. Así es la vida, así son los negocios, God Bless America.

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